martes, 1 de julio de 2008

Conspiraciones tibetanas: entre la realidad y la ficción



Andrés Pascual triunfa con "El guardián de la flor de loto"
Boston, septiembre de 2007. Un lama médico se prepara para pronunciar la conferencia que revolucionará la medicina occidental, a partir de rituales tibetanos que podrían curar enfermedades imposibles. Pero antes de compartir esos conocimientos, el discreto cianuro se encarga de silenciarle, supuestamente a manos de una secta budista conocida como la Fe Roja. Con este punto de partida, el escritor novel Andrés Pascual construye El guardián de la flor de loto, una novela de conspiraciones asiáticas que podrían no ser sólo ficción, ambientada en el Tíbet de hoy.

El protagonista de la historia es el antihéroe español: un cooperante desencantado que atraviesa una crisis familiar lo suficientemente seria como para aceptar el encargo de acompañar el cadáver del lama asesinado hasta Nueva Delhi y allí investigar por qué ha muerto. "Mi intención era escribir una novela de aventuras en el Tíbet, para dar a conocer la grandeza de su pueblo", comenta el autor, que en 2001 viajó por primera vez a la región y volvió impresionado por su cultura. "Es cierto que el Tíbet te transforma. Por eso escribí en primera persona, porque en cierto modo responde a una necesidad no cubierta de ser cooperante. Además me parecía fascinante contar a través de esta aventura, la realidad política y social del país".

El escritor no duda en señalar las luchas internas alejadas de la imagen espiritual y pacífica de la región. "Hay sectores que creen que el Dalai Lama ha olvidado su intención de volver al Tíbet libre y se conforma con una autonomía. Otras sectas más radicales mezclan lo político con lo religioso e incluso pegan carteles con amenazas de muerte contra él. Muchos creen que 2008 será el año en que todo estalle, porque los militantes del Congreso de la Juventud Tibetana están hartos de la pasividad internacional y buscan alternativas: no van a desaprovechar las cercanas Olimpiadas para atraer la atención mundial sobre el Tíbet".

El guardián de la flor de loto sirve además de introducción a las tradiciones tibetanas. Así, el lama muerto no es incinerado ni enterrado en un suelo de piedra, sino devorado por los buitres después de que la casta más baja, lo cortaran y mezclaran con harina para atraer a las aves carroñeras."La dificultad de esta novela ha sido acercar la realidad sin que parezca una enciclopedia ", apunta el autor, que tardó cinco años en documentarse y crear el escenario de la aventura y que ha cumplido su objetivo.



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